Un estudio analizó la concentración de elementos químicos en  especies de la fauna ictícola del embalse Río Tercero.

En la mayoría se hallaron concentraciones de mercurio y arsénico que estuvieron por encima de los niveles máximos permitidos . El trabajo contrastó los valores registrados en los índices contra estándares internacionales que contemplan una ingesta diaria admitida, el consumo a lo largo de la vida y el riesgo carcinogénico. Con estos datos se advierte sobre un potencial riesgo toxicológico para las personas que comen asiduamente pescados originarios de ese reservorio de agua. El pejerrey fue la especie que presentó los valores más altos, lo que demostró una alta sensibilidad para acumular metales.

El dato es resultado de un estudio pionero en ese reservorio de agua dulce, llevado adelante por Paola Garnero y María de los Ángeles Bistoni, ambas investigadoras del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea – UNC/Conicet), y Magdalena Monferrán, del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici –UNC/Conicet).

El hallazgo de esos elementos químicos, como sucede en otros embalses y ríos de la provincia de Córdoba, enciende una alerta porque se trata de contaminantes inorgánicos que no se degradan. Ello imposibilita que sean eliminados de los ecosistemas mediante procesos naturales, tornándolos altamente persistentes.

Consultado sobre como afecta la salud de quienes consumen peces contaminados provenientes de este espejo de agua, el Dr Sergio Rodriguez, Médico Especialista en Oncología Clínica MP 23971 – CE 8828 egresado de la UCC, nos explica: ” Son elementos mutagénicos, pueden generar mutaciones en las células del ser vivo, ya sea de animales o humanos,  el arsénico y por ejemplo el cianuro son cancerígenos, vamos a ver toxicidad en los peces, y si es en el agua  va a haber daño  en la piel, aparato digestivo, reproductor, se producen severos trastornos en la gestación, insuficiencia renal y cardíaca”