Julio 2024
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“Sucio” vuelve a escena en el Teatro Real para despertar el cuerpo y el alma

El domingo 13 de marzo se presenta a las 20 hs en la sala Carlos Giménez del Teatro Real la obra “Sucio”. Se trata de una pieza dramática protagonizada por Nicolás Dellarole, acompañado por la musicalización de Agustín Albrieu Llinás. Las entradas están a la venta a través del sistma de Autoentradas.

Si bien en escena sólo están Nicolás y Agustín, en el detrás de escena hay un equipo multidisciplinario de 12 personas que hicieron posible que Sucio sea el suceso que desde hace cinco años llena las salas de Córdoba.
Sucio se suma a las piezas creadas por la Compañía Macho que arrancó allá por 2011 y que desde entonces nunca paró su usina creadora: Macho, Hembra, Fiesta, Catástrofe, Sucio, son los títulos de las puestas que ya estrenó el ensamble en once años de existencia.
Esta única función de Sucio tiene varios motivos especiales para celebrar: en primer término que se cumplen cinco años desde su estreno y también el hecho de que Agustín Albrieu Llinás está en Córdoba, ya que el músico hace un tiempo decidió radicarse en Barcelona donde vive y trabaja.
En diálogo con Entretenimientos Córdoba, Nicolás Dellarole contó sobre los orígenes de Macho, la compañía que dirige desde hace once años, su búsqueda estética y política y la trascendencia que busca a través del arte.
“Macho nació en 2011 cuando me convocaron a un ciclo de nuevos coreógrafos que organizó la compañía Blick y que se realizó en el Teatro La Luna. Allí dirigí una obra con la que me fue muy bien, la obra se llamaba Macho, y planteaba el interrogante ¿qué es ser un hombre? Esa obra con siete bailarines-actores (Emiliano D´Agostino Duarte / Valentín Rodríguez / Lucas Guillén / Nehuén Zogbe / Robert Delgado / Eugenio Bollinguer) se realizó en un formato de 15 mintuos y como le fue muy bien la seguimos desarrollando y se tranformó en una obra y ahí empieza la historia de la compañía”, recordó Nicolás.
Macho estuvo varios meses en la cartelera de la Casona Municipal y las funciones con lleno total se presentaban de jueves a domingo.
“La obra anduvo tan bien que luego hicimos la versión femenina que fue Hembra ¿qué es ser una mujer? Estuvimos un par de año haciendo esas funciones y después empecé a desarrollar este proyecto, Sucio”, explicó Dellarole.
Nicolás siempre se puso la función de director al hombro, pero esta vez para Sucio quiso dejar esa tarea en otras manos (varias en realidad), ahora era su momento de brillar. Con Sucio había que poner el cuerpo, su cuerpo y alma, en escena.
Desde la génesis del proyecto el actor y coreógrafo pensó en la financiación de la Provincia y Nación para poder hacerlo realidad ya que implica un movimiento estético y artístico significativo y desde la soledad del trabajo independiente corría el riesgo de quedar a mitad de camino.
“Este proyecto lo prsenté en la Provincia y en la Nación y nos dieron dinero para poder producir la obra. Si bien yo había ideado la obra, de qué iba a ir, cuáles eran las escenas que se me ocurrían con qué texturas y cosas quería trabajar, quería estar en escena entonces no quería hacerme cargo de la dirección”, ahondó Nicolás.
Con los fondos asegurados para la puesta, una enorme maquinaria de talentos le dio la forma definitiva a Sucio.
“En escena estoy actuando y bailando y Agustín que ejecuta la música original que compuso para esta obra”, explicó el artista y agregó: “Pero atrás hay un equipo gigante trabajando, gente muy talentosa de Córdoba”.
Para el estreno de Sucio Isabel Peralta estuvo a cargo del vestuario, Estefanía De Genaro en la puesta escenográfica, diseño y operación técnica; la parte audiovisual a cargo de Juan Bianchini, los textos de Nadia Ethel Basanta, el diseño gráfico de Oriana Simonutti Kanter y la fotografía de Gastón Malgieri.
La obra se define como teatro danza y tiene tres actos y para cada uno de los actos se convocaron a tres directores.
La dirección del Acto I y Acto III está a cargo de Elvira Bustamante en los textos y Victoria Rosso en danza (Rosso es directora de Ramona, espacio dedicado a la danza-teatro) y el Acto II está a cargo de Maximiliano Gallo.
“Tener tres directores le da mucho dinamismo a la obra. Son tres miradas distintas dentro del mismo espectáculo”, reflexionó Nicolás.
Sucio también tiene proyecciones audiovisuales que las hace Juan Bianchini, con una larga trayectoria en Córdoba en el ámbito del cine.
“La imagen de Sucio es como la representación de La Piedad porque tiene referencias medio religiosas, en un momento se oye el Ave María, resignificado en otro contexto”, explicó Nicolás y contó además que cuando le plantea al fotógrafo la idea de la obra, Gastón Malgieri dice sin dudarlo: “La Piedad, pero un poco más lgtb, abriendo la temática de género también, poniendo esos interrogantes”, agregó.
Los textos de la dramaturgia son obra de la sanjuanina Nadia Basanta, aunque también Nicolás pone allí su impronta.
“Ella trabaja mucho la técnica del mushup. Es una técnica de la música que va como robando fragmentos de otras músicas y crea una canción que está creada con fragmentos de otras canciones de diferentes autores y géneros. Eso se hace un poco con los textos. Hay textos que están escritos de Nadia, textos míos y hay fragmentos de Shakespeare, la Biblia, canciones de Gilda, de Radiohead, poesías de diferentes poetas lgtb como Joshua y poetas del under como Mariano Blatt, entonces se van mezclando todos esos textos en un mismo texto”, señaló Dellarole.
¿Por qué Sucio?
“En Sucio hay una búsqueda estética y también una búsqueda política y que es propia y que busca movilizar la reflexión más allá de lo netamente artístico”, enfatizó el coreógrafo.
“Sucio busca invitar a reflexionar, abre preguntas. De hecho hay gente que llora, hay gente que te dice que después de ver la obra pudo sentarse a hablar con su familia sobre lo que le pasaba”, agregó Nicolás.
“Hemos tenido devoluciones muy personales. Ahora me senté a hablar con mis viejos, después de ver Sucio. Eso está bueno, que el arte trascienda el escenario y que toque lo que tenga que tocar de cada uno”, sostuvo Dellarole.
“Vengo del interior, elegir hacer teatro, y luego danza y la búsqueda de mi sexualidad”, señaló Nicolás y reflexionó sobre lo que significa Sucio, “todo lo que se corre de la norma, estas elecciones que se escapan de lo que es correcto”.
“Y todo lo que se escapa de eso es Sucio, para un pensamiento común. Y queda como marginado de lo que es limpio y correcto. Hay una idea de lo limpio en cuanto a todo, cómo tenés que ser, como te tenés que comportar, qué trabajo tenés que tener, en quién tenés que creer, cuál es tu religión, como tenés que amar. Hay una norma para todo y cualquiera que se escapa de la norma es Sucio, el que se escapa y quiere preservar su individualidad pasa a ser un Sucio”, explicó el autor.
“Entonces qué es ser un Sucio, si todos tenemos deseos o intuiciones por ahí en nuestra oscuridad. En Sucio se habla de las cosas que se piensan en la oscuridad. ¿Hacemos lo que realmente deseamos y sentimos?”, agregó Nicolás.
“Más allá de la individualidad de cada uno, todos estamos en la misma. Eso es lo que nos une humanamente, más allá del mérito, por qué hacer tanto foco en las diferencias, en discriminar o poner límites o dividir países. Por qué no hacer foco en lo que nos une. Todos sufrimos alguna vez por amor, a todos nos dejaron alguna vez “, se planteó el artista.
Asimismo en su reflexión señaló: “Todos tenemos nuestra historia con la sexualidad, con la soledad, con la muerte, con el dolor. Por qué no nos acompañamos en eso, en vez de decir ‘usted tiene que pensar de esta manera o yo soy así y vos andá por la tuya’”.
Dellarole busca resignificar el lugar de la suciedad, del que se escapa de la norma y entenderlo desde otro lugar. Al final “¿Qué es lo correcto?”, se pregunta.
El espectador de Sucio se encontrará con una puesta de factura impecable, con un actor bailarín al que le sobra presencia escénica, voz y ángel para llenar espacio y tiempo. Sucio tiene su parte cómica, pero es una obra que cala hondo en la sensibilidad y toca el alma.
Sucio es teatro-danza, un lenguaje que interpela al espectador a poner la mirada en los textos y en la coreografía, llena de hondura, de sentimientos.
El teatro danza llega a Nicolás de una manera muy especial: “Surge una inquietud de una búsqueda personal, yo me recibo de la licenciatura en teatro y empiezo a estudiar danza contemporánea en Ciudad de las Artes cuando se estaba iniciando la tecnicatura. También estudié ballet un tiempo en el San Martín, estuve unos meses en el Seminario y luego estudié de manera particular con otros maestros”, explicó.
“Siempre estuvo en mí esta búsqueda de poder unir los lenguajes, tanto en el teatro como la danza, porque considero que no están tan separados, porque para mí un actor baila y un bailarín actúa”, agregó Nicolás.
“Por eso la compañía Macho surge como teatro danzado, por eso no hay límites entre el teatro y la danza”, sintetizó.
Sucio, además de su búsqueda estética o técnica, pone sobre el tapete la temática del género y la disidencia. “Por ahí fue como un temática que estaba más fuerte hace cinco años atrás. Pero Sucio es una obra para todos, porque que yo sea un artista de la comunidad lgtb no significa que sólo voy a actuar para gente lgtb”, explicó Dellarole.
“La obra más allá de eso, aunque sí se toca la temática lgtb, porque en Sucio se trata de temáticas muy universales como el amor, la soledad, la sexualidad, la virtualidad, que eso nos abarca a todos”, señaló el artista.
“En Sucio la decadencia, de lo moral y socialmente correcto, es un desastre hermoso. Dos cuerpos en sombra construyen una poética lírica-bizarra sobre zonas oscuras del deseo. Escandalosas verdades de historial oculto, búsquedas impulsadas por la necesidad animal, satisfacción inmediata del instinto virtual salvaje, desborde de placer, la posibilidad de estar juntos y rotos, y algún corazón creciendo en una piecita. Aquí estoy para compartir un secreto, una intimidad. Defiendo lo que soy, no necesito disfraz. Tal vez es una verdad inventada, para nunca
dejar de sentir amor. Igual, hacé como yo. Saltá. No por una ventana. Digo saltá al vacío. Dentro de vos mismo. Y gozá la caída. Ahora.”..., interpela la dramaturgia de Sucio.
Imperdible de principio a fin, para los que la vieron y para las almas limpias con ganas de dejarse sacudir la monotonía y la resignación.

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