Talleres se trajo un empate sufrido de su visita a Victoria, totalmente deslucido y hasta injusto si tenemos en cuenta el desarrollo del encuentro.

Tigre fue ampliamente superior y debió quedarse con un partido que le dio todo para que se lo guardara en el bolso, y finalmente el equipo de Córdoba se lo arrebató al final.

Manejo la mitad de la cancha en gran parte del encuentro, fue punzante por las bandas, sus delanteros ganaron siempre las espaldas de la defensa de un Talleres que por momentos solo atinaba a mirar como indefectiblemente se construía una nueva derrota en su contra.

Sólo el buen desempeño de los jugadores que ingresaron en la segunda etapa, léase Pizzini, Álvarez y sobre todo Catalán, que le dieron otra impronta al equipo, y que por momentos pareció emparejar el encuentro que lo tenía como perdedor desde los 40 minutos del primer tiempo a través de Víctor Cabrera, y la soberbia actuación de Guido Herrera, impidieron que el Matador de Victoria se alzara con los tres puntos.

Y como reza esa frase que dice que los goles que no haces después el rival te lo factura, El Matador de Barrio Jardín llegó al empate después de un córner que en gran definición, Matías Catalán decretó lo que a la postre sería el resultado final.

Talleres mejoró con los cambios, ubicó mejor a Alan Franco y trató de juntar a Pizzini y a Fabio Álvarez para lograr volumen de juego que nunca llegó a cristalizar.

Por momentos es desesperante como arriesgan desde el fondo para salir jugando, donde casi siempre terminan tirando un pelotazo a nadie.

Pero ésta vez la suerte jugó a su favor, y se pudo traer un empate como para creer que se puede, pero debe mejorar y mucho.

Viene la revancha por lo octavos de la Libertadores en Santa Fe y tendrá una prueba de fuego, en la que pone en juego su presente y su historia.