Noviembre 2024
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Tras 25 años, la tradicional Confitería Del Molino reabrió sus puertas al público

El mítico Edificio del Molino, en la esquina de Callao y Rivadavia, frente al Congreso, abrió este viernes nuevamente sus puertas al público para mostrar los avances de su restauración, en la víspera de su 106° aniversario y unas 8.000 personas recorrieron sus instalaciones.

El éxito de esta reapertura obligó a una nueva visita guiada para el próximo 21 de este mes, previa inscripción web. www.delmolino.gob.ar


Los visitantes, entre las 12 y las 19, pudieron observar los avances de la Restauración Integral (RIEM) especialmente en la azotea del inmueble, que por primera vez se abrió al publico desde su cierre en 1997.

El mítico edificio, obra del reconocido arquitecto italiano Francisco Gianotti fue inaugurado el 9 de julio de 1916, en conmemoración del Centenario de la Independencia de la Argentina.

Las filas para el ingreso ocupaban toda la cuadra sobre avenida Rivadavia para acceder al primer piso, planta baja y el primer subsuelo, y también sobre Callao para acceder a la azotea con personas de todas las edades.

«Mis abuelos hicieron su fiesta de casamiento en 1961 en este lugar y quiero reencontrarme con ese espacio y comparar con las fotos antiguas que tengo. El edificio es muy importante arquitectónicamente y como ícono de la ciudad», dijo a Télam Franco Rodríguez Amato (19) estudiante de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

En un clima de entusiasmo y curiosidad, los visitantes recorrieron los salones del primer piso y la confitería ubicada en planta baja, donde disfrutaron de música en vivo y visitaron el subsuelo, donde están las antiguas máquinas y hornos de cocina.

También pudieron acceder por primera vez a la azotea y ver desde allí la cúpula que hacía un juego visual impactante por encontrarse a la misma altura que la del Congreso.

El secretario administrativo de la Comisión a cargo de la Restauración Integral del Edificio del Molino (RIEM) Ricardo Angelucci dijo que asumieron el trabajo «con coraje porque era un edificio destrozado, saqueado, con riesgos serios de derrumbe, plagado de alimañas y roedores».

Y agregó: «Ver hoy que esto puede ser disfrutado por la gente y además apreciada la belleza de cada uno de sus componentes es una satisfacción enorme de nuestro trabajo colectivo».

Entre los visitantes había personas mayores que fueron empleados y empleadas de la Confitería, como Isidro Ibañez, de 90 años, que trabajó allí durante 37 años, desde mediados de 1950 hasta las postrimerías del 1990 como repartidor de la mercadería.

«Lo que recuerdo es que antes del ’55 la Confitería era para un público selecto, de una orden elitista, y después de ese año comenzó la masificación de la clientela, podían ingresar un italiano inmigrante o un español inmigrante, ya tenían el dinero suficiente para acceder a la confitería».

En tanto Ana Graciela León (66) oriunda de Formosa empezó a trabajar en la Confitería del Molino en 1989, pasando por los puestos de vendedora, cajera y camarera hasta el cierre del lugar en 1997. Ana donó todos los uniformes que tuvo y atesoró por más de 22 años en los que estuvo cerrado el edificio, y los mismos fueron exhibidos hoy en la confitería.

«El dueño siempre decía que para trabajar bien teníamos que ser una gran familia, nosotros nos adoptábamos entre nosotros. El día que cerró la Confitería a muchos nos pasó que no sabíamos qué nos dolía más si quedarnos sin trabajo o separarnos todos», sostuvo.

Y añadió que «la mayoría del personal eran de distintas provincias del país como Chaco, Corrientes, Tucumán, Formosa, y con suerte teníamos terminada la primaria, pero nos enseñaron muchas cosas acá».

«La especialidad de la casa era el postre Leguisamo, el que Gardel había encargado para su amigo Leguisamo», que tenía una base de milhoja, dulce de leche, marrón glacé y pionono.

Sandra Guillermo, coordinadora del equipo de Arqueología del Edificio que recuperó todos los objetos que se encontraban en los tres subsuelos, destacó que tienen en el lugar «cantidades impresionantes de objetos vinculados a repostería».

«También tenemos productos que nos quedaron cerrados como botellas de vino Suter, conservas de cerezas cerradas, conservas de tomate, que no pensamos abrir para que perduren, porque lograron conservarse y van a quedar en el futuro», explicó.

«Hay una cuestión que es clave que es el gran valor social y político que tiene este edificio visto que está enfrente del Palacio del Congreso Nacional. Toda la vida social y política de nuestro país de alguna manera formó parte de la vida de este edificio, de hecho a la Confitería le decían la Tercera Cámara, porque muchos legisladores se juntaban acá a charlar previo al debate de las leyes», dijo a Télam Nazarena Aparicio, una de las arquitectas que participó de la restauración.

El Edifico de El Molino responde al estilo arquitectónco Art Nouveau. que tiene como características principales ornamentación con representación de figuras humanas, el uso del color en los vitrales y ornamentación, los motivos curvos, sin sobrecargas.

Toda la obra se ejecuta con empleados del Congreso Nacional y hay un equipo en restauración trabajando directamente para la Comisión con expertos en los distintos soportes que componen al edificio: vitrales, maderas, metales, etc.

El costo de la restauración y puesta en valor ronda los 500 millones de pesos, detalló Angelucci.

«La intención es darle más periodicidad a las visitas del público, con cupos de 8.000 personas que es lo que admite el tiempo para que la gente pueda estar más tiempo disfrutando. La intención es a fin de año avanzar en el proceso de concesión».

Entre las personalidades que pasaron por la Confitería del Molino estuvieron artistas como Nini Marshall y Libertad Lamarque; del ámbito literario Roberto Arlt, Leopoldo Lugones, Oliverio Girondo, Enrique González Tuñón; y figuras políticas como Joaquín V. González, Alfredo Palacios, Agustin P. Justo, Arturo Illia, Ricardo Balbín, Juan Domingo Perón, entre otras.

Las exquisiteces con las que la confitería deleitó a sus clientes y clientas fueron: los merengues, el célebre pan dulce, las almendras acarameladas, los marrón glacé, el imperial ruso, el leguisamo, la copa melba.

La próxima apertura será el jueves 21 de julio. La visita será con inscripción previa por la página web (http://www.delmolino.gob.a) a partir del lunes 18 de julio a las 12.

Las novedades de las actividades a realizarse en el monumento, pueden verse a través de las redes oficiales @delmolinook. El seguimiento de la obra puede ver bajo el hashtag utilizado desde el inicio de las tareas el 2 de julio de 2018: #lavueltadelmolino.

 

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