Diciembre 2024
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La opción de astroturismo crece como atractivo en Argentina

 Numerosos destinos argentinos incorporaron el astroturismo como una opción nocturna para cerrar la jornada o extenderla hasta la madrugada, mediante la observación del cosmos a «ojo desnudo» o con telescopios, con guías y especialistas que aportan datos científicos, historias y leyendas.

Aunque no se exigen requisitos para ofrecer este producto, está la posibilidad de estudiar para «guía en astroturismo», con título habilitante, en el Instituto Latinoamericano de Astroturismo, en la ciudad bonaerense de San Fernando, a cargo de profesionales en educación, astronomía, turismo y mitología.

La actividad tiene su fuerte en zonas de noches oscuras y cielos diáfanos, como San Luis, que lo ofrece en el Parque Astronómico de La Punta, a 20 kilómetros de su capital, y en Villa de Merlo.

En el primero, las actividades combinan diversión y ciencia para todas las edades en sus «noches astronómicas», cuando se observa el cielo con telescopios especializados, en particular durante eventos singulares como eclipses o lluvias de astros.

Además, el Parque organiza visitas guiadas al Solar de las Miradas, que representa al primer observatorio a ojo desnudo, compuesto por instrumentos anteriores a la invención del telescopio.

En Merlo, la propuesta destacada es el observatorio astronómico Mirador del Cielo, con telescopios que permiten a los visitantes fotografiar cuerpos celestes con sus celulares, y además se hacen observaciones desde miradores naturales o durante trekkings nocturnos, con telescopios portátiles.

También en Cuyo, Mendoza propone variadas actividades de astroturismo, como visitas al planetario de Malargüe, en el sur provincial, donde se encuentra el Observatorio de Rayos Cósmicos Pierre Auger y el Complejo Planetario Malargüe, que es un referente en comunicación científica a nivel nacional.

Allí funciona la Muestra Permanente «Misión Rosetta», realizada este año entre la Municipalidad local y la Agencia Espacial Europea, en tanto el planetario cuenta en su domo con una sala para 65 personas, en la que se proyectan visualizaciones interactivas del universo.

En los Valles Calchaquíes tucumanos, el Observatorio Astronómico Ampimpa es una opción única en el continente que, junto a la observación del espacio, fenómenos como las lluvias de estrellas y tours astronómicos, incluye hospedaje, gastronomía tradicional y catas de vinos regionales.

El lugar es administrado por una ONG que también ofrece hospedaje en el Observatorio, que fue declarado de interés turístico nacional por el Ministerio de Turismo y Deportes.

En los Esteros del Iberá, que en sus 750.000 hectáreas no tiene contaminación lumínica, al astroturismo lo desarrolla un grupo de guías locales certificados del Proyecto Starlight Iberá, quienes operan desde los portales de acceso a esta área protegida de Corrientes.

Mariana Balestrini, directora de Fundación Yetapá -una de las entidades promotoras del proyecto- dijo a Télam que estos guías «comparten su conocimiento sobre la luna, las constelaciones, estrellas fugaces y otros misterios del universo, y además sus historias, llenas de sabiduría y belleza sobre el pasado mágico de las noches del Iberá».

En la Patagonia, Chubut consolida el astroturismo en varios de sus destinos, como Trelew, cuyo Centro Astronómico ubicado en la zona alta invita a un «Paseo cósmico por el cielo chubutense» desde su observatorio.

Más al norte, Puerto Madryn tiene una prestadora dedicada al astroturismo que organiza excursiones por los campos de Península Valdés para hacer reconocimiento del cielo en áreas sin contaminación lumínica.

En el noroeste de Santa Cruz, en el Parque Patagonia hay un observatorio hecho en piedra, con un diseño inspirado en la geometría sagrada con que los pueblos andinos construían sus ciudades, basada en la observación del cielo y las relaciones matemáticas entre los ejes de la Cruz del Sur.

En este observatorio, ubicado en el Portal Cañadón Pinturas (sector administrado por la Fundación Rewilding Argentina) se circula en sentido contrario a las agujas del reloj, con el movimiento del Sol, para seguir su paso en el hemisferio sur y lograr una buena observación del cosmos.

Esta ONG también proyecta armar un observatorio espacial en el vecino Parque Provincial Cueva de las Manos.

En el paraje rural Ñirihuau Arriba, a 23 kilómetros de Bariloche, el astrónomo Daniel Chiesa construyó un observatorio que desde 2021 recibe turistas de todo el mundo, «algunos interesados en conocer el cielo austral, otros en hacer una experiencia distinta a las actividades tradicionales», según dijo a Télam.

«La experiencia consiste en una observación primero a simple vista, para reconocer estrellas y constelaciones, para después utilizar el telescopio y observar cúmulos de estrellas, nebulosas, galaxias, la luna y los planetas si se encuentran en situación favorable», agregó, y aclaró que «cuando hay eventos especiales como eclipses, el observatorio permanece abierto».

Otra iniciativa vinculada a la relación de los indígenas con el cosmos es «Tape Kue» (Camino Viejo, en guaraní), en Gualeguaychú, Entre Ríos, que propone «observar el cielo a simple vista, de la misma manera que lo hacían nuestros antepasados, los chaná y los guaraníes», dijo a Télam uno de sus impulsores, Samuel Moreyra, técnico en hotelería y astroturismo.

Moreyra explicó que hace más de 2.000 años, esos grupos «percibían la tierra como una isla o continente que flotaba en un inmenso y plano océano de oscuridad, y según ellos los primeros habitantes habían descendido de las estrellas por un camino que hasta el día de hoy se puede observar a simple vista: el Tape Kue».

Las visitas guiadas se realizan una vez por mes en las Termas de Gualeguaychú y en la Reserva Natural Senderos del Monte, donde además de observar el cosmos, se cuentan historias y leyendas alusivas y al final degustan comida típica, con vinos y cervezas artesanales, para también promocionar la gastronomía local.

En la comarca bonaerense de Sierras de la Ventana (partido de Tornquist) hay oferta de astroturismo en las localidades de San Andrés de la Sierra y en Sierra de la Ventana.

En el primer caso, se utilizan telescopios desde un restó ubicado al pie del cordón Ventania, sin luminaria a la calle, a cargo del astrónomo aficionado Javier Gómez, quien antes lo hacía en una camioneta 4×4, con la que llevaba a los astroturistas «hasta el cerro Benjamín, luego de cruzar arroyos, valles y quebradas», dijo a Télam.

En Sierra de la Ventana, el turismo astronómico se desarrolla en el cerro Ceferino, una elevación de 320 metros sobre el nivel del mar también llamada «cerro del amor», en Villa Arcadia.

El guía turístico Pablo Parotti, a cargo de la experiencia, explicó a esta agencia que lo hacen «a simple vista, a pesar de que cuento con un telescopio que tiene sentido en la visión de la Luna», y añadió que además usan «otros implementos, como anteojos de realidad virtual, utilizados con un programa que es una ‘caminata por la Luna'».

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