"Animática" llega a la Bienal de Diseño de Córdoba para recorrer la historia del cine
El artista visual Martín Schachner, que traslada su muestra interactiva «Animática» a lo largo del país en su camioneta, llega la próxima semana a la III Bienal Córdoba Ciudad Diseño para disponer su particular instalación que recorre la historia del séptimo arte y su dimensión precinematográfica a través de réplicas de artefactos analógicos relacionados a la cinética y a los primeros inventos que permitieron ver imágenes en movimiento.
Schachner, de 44 años y con antecedentes en el mundo de la fotografía y estudios de Cine y TV en la Universidad de Córdoba, se dedica desde hace más de una década a llevar su muestra por una variedad de eventos relacionados a su arte, cuyos elementos confecciona en su totalidad, como en la reciente edición del Festival Audiovisual Bariloche, en el que montó su puesta «Animática» en el Salón Cultural de Usos Múltiples de la ciudad.
La propuesta, que se podrá ver de 15 a 23 desde el lunes próximo hasta el viernes siguiente en el Cineclub Municipal «Hugo del Carril» con motivo de la Bienal de Diseño cordobesa, consiste en los resultados que Schachner encontró tras investigar y desarrollar mecanismos con efectos ópticos relacionados a la imagen, la luz y el movimiento luego de indagar en antiguos inventos precinematográficos para crear piezas exclusivas.
La muestra
«Animática» es una muestra interactiva sobre dispositivos precinematográficos e instalaciones visuales relacionadas al arte cinético y a los efectos estroboscópicos, con máquinas de funcionamiento mecánico a través de pulsadores, clavijas o palancas que invitan al espectador a accionar el movimiento en la mayoría de las piezas exhibidas.
Schachner adquirió hace unos cinco años un furgón Mercedes Benz 180 de 1995, que planeaba inicialmente convertir en un taller de artesanías relacionadas al cine en las que pudiera viajar haciendo ferias, pero terminó armando un espacio de trabajo en otro lugar y usando la camioneta para cargar toda la muestra y hacerla itinerante.
Previo a dedicarse a ese particular tipo de instalaciones, con las que empezó once años atrás, Martín Schachner trabajaba para publicidad y cine en el área de efectos especiales en productoras de Buenos Aires, pero su facilidad y fascinación por la mecánica lo llevaron a dedicarse completamente a confeccionar los variados elementos que configuran su obra, ítems que también vende a aficionados a la cinemática, el cine y el diseño.
«Aprendí fotografía en la era analógica, con los revelados, y estudié cine en el comienzo de lo digital: la peor manera de aprender cine, porque era una imagen horrible. Era carísimo; el digital era malo y lo único accesible era el VHS, que era pésimo. Cualquier contenido, por más que fuera hermoso, se arruinaba en la imagen. Entonces no me adapté nunca a la era tecnológica, siempre estuve con la nostalgia de otros formatos más posibles en cuanto a la manipulación«, explicó Schachner sobre su formación en una entrevista con Télam.
En cuanto a su muestra, contó que se «basa en el cine en general y cómo se genera; los descubrimientos y desarrollos científicos previos al cinematógrafo, que llevaron a diseños hermosos de aparatos que tenían la posibilidad de generar imagen en movimiento».
«Cuando empiezo a desarrollar este tipo de máquinas, que generan esa cuestión de ver lo que está pasando y cómo funciona, trato de producir esa magia de todo lo que se mueve de la figura en cuestión, combinado con el arte cinético. La muestra tiene ese desarrollo: el arte cinético a través del arte precinematográfico», definió.
Respecto de la recepción del público, el artista comentó que atestigua generalmente «sorpresa» entre los espectadores «porque primero creen que son aparatos antiguos y después recuerdan haber visto las máquinas en algún libro, pero nunca las tuvieron enfrente».
«Se encuentran con escenas de películas pero sobre papel en formato analógico y con la posibilidad de ver lo qué está pasando: por qué se mueve, cómo se da una sucesión de imágenes y para qué hay un espejo que quiebra la imagen y hace que se pueda ver el siguiente cuadro», reseñó sobre algunas de las atracciones, que se combinan con otros «efectos ya más tecnológicos, que tiene que ver con lo estroboscópico, es decir, un parpadeo continuo que permite al ojo adaptarse a la imagen y ver una secuencia animada».
La puesta tiene nueve dispositivos grandes, máquinas interactivas que se activan al mover palancas o apretar botones y los productos que Schachner comercializa y llenan el espacio, como piezas de diseño y máquinas originales de época que el artista elabora en forma de réplicas y también con algunos diseños particulares.
Eso último es lo que resulta «más entretenido» a la gente, según Schachner, que enumeró 30 escenas de películas clásicas y del cine mudo que confeccionó analógicamente para reproducir en sus aparatos: «Al ser un recorrido de la historia del cine, abarco Charles Chaplin, Buster Keaton, Georges Mélies, los hermanos Lumiere y también algunas que me gustan a mí, como ‘Amelie’ o a través de pedidos de gente con películas propias o escenas familiares, que se pueden cargar a una de las máquinas».
«Mis juguetes de la infancia eran de madera y los hacíamos nosotros: a partir de ahí arranca todo. No me interesaban los juguetes electrónicos, sino tener el motor para para hacer un helicóptero u otra cosa. Entonces, de chico ya empecé a jugar mucho con la electrónica y la mecánica para reparar cosas; no quería comprar cosas sino hacerlas yo», mencionó el artista, consultado sobre su habilidad y afición por los inventos.
En relación con su furgoneta, Schachner destacó que le posibilitó «estar itinerante en el sur, el norte y todos lados» desde hace cinco años, con una «interrupción brava por la pandemia», pausa de la que ahora se está ocupando de salir con presentaciones de relevancia como la del festival de Bariloche, la Bienal de Diseño cordobesa y próximos eventos en los que el arte cinético, los primeros pasos del cine y sus inventos relacionados tendrán un lugar de preponderancia.