Anoche en el Mario Alberto Kempes se vivió un hecho que fue el fiel reflejo de lo que pasó con Talleres a lo largo de todo el campeonato. 

Por momentos jugó muy bien, por momentos sucumbió, sobre todo en la primera mitad del primer tiempo, al juego de Unión, que no sólo lo ganaba 1 a 0, sino que estuvo varias veces a punto de aumentar el marcador.

Demostró calidad y jerarquía con Valoyes y Santos, y en una ráfaga de tres minutos, lo dio vuelta para irse al descanso con un 2 a 1 exagerado por lo que se había visto hasta allí.

Ya en los últimos 45 minutos, el juego se tornó más parejo, bien de ida y vuelta, y ahí se vio lo mejor del partido.

Talleres cambió piezas claves, pensando la semifinal del miércoles, y esa serie de cambios hizo que Unión se empezara a acercar con peligro al arco defendido por Aguerre.

Hasta que en un minuto, el colombiano Rafa Pérez, pasó de ser el autor del 3 a 1, en una jugada que in extremis, el arquero tatengue pudo salvar, a cometer un error garrafal en la siguiente jugada, al querer salir jugando, perdió la pelota y después de una serie de rebotes, finalmente Unión decretó el 2 a 2.

El final fue con Talleres apretando y apretando para poder quedarse con los tres puntos, y Unión esperando muy atrás.

Y en la última jugada del partido, y después de un córner, sujetaron a Rafa Pérez en el área, y el árbitro cobro la pena máxima.

Matías Godoy se hizo cargo de ejecutar el penal, y el arquero Sebastián Moyano, se convirtió en el héroe deteniendo el mismo.

No hubo tiempo para más. Talleres pasó por todas las circunstancias que te puede llevar un partido de fútbol, pudo haber ganado, pudo haber perdido, pero finalmente, empató.

Irregular como en todo el campeonato.