Las nuevas generaciones de argentinos van a tener como modelo a un tipo íntegro, con valores, sin adicciones, sin conflictos, sin “enemigos”, capaz de construir vínculos sanos, de formar equipos. Sin peleas, sin escándalos, que no ve al mundo cómo un lugar hostil, maniqueísta, de “buenos” contra “malos” a los que odiar.
Sin soberbia, lejos de querer entrar en el destructivo juego del “culto a la personalidad”, sin creerse más que nadie, apostando al trabajo en grupo, y sintiéndose tan sólo “uno más” entre sus compañeros.
Un real ejemplo a ser seguido, pero -hasta ahora- tantas veces criticado.
Hoy, algunos, lo quieren “Maradonizar”. No lo hagan, por favor.
Messi es Messi, el de las virtudes arriba mencionadas.