Ivana Ferrucci: “Es hora de detener el accionar silencioso y abusivo de quienes sólo por tener una cuota de poder creen que pueden arrasar con nosotras”
Por Ivana Ferrucci
Locutora y Periodista
Víctima de violencia de género en el ámbito laboral. Su caso se tramita en la Justicia. Los acusados siguen en sus lugares de trabajo.
Hablar de violencia contra la mujer en el siglo 21 parece un anacronismo, porque en la era de tantos avances científicos, tecnológicos, institucionales y de derechos, las mujeres todavía tenemos que seguir recordando al mundo que no debemos ser objeto de violencia. Ningún ser humano debiera ser objeto de hechos violentos, pero las mujeres venimos varios escalones atrás en materia de derechos, tanto es así que es necesario recordar a la sociedad con símbolos, como este banco rojo que aún hoy somos objeto de violencia física y psicológica en todos los ámbitos en los que se desarrolla nuestra vida.
Generalmente cuando pronunciamos la palabra VIOLENCIA en nuestro imaginario se nos viene la “foto” de un ojo morado, una bofetada o directamente un ataúd.
Pero la violencia también se expande como un reguero de pólvora silencioso en las oficinas, en las calles, entre los amigos y parientes con los comentarios sobre nuestro cuerpo, nuestro intelecto o nuestras prioridades familiares. Y un día detona esa pólvora, detona dentro de nosotros haciendo añicos nuestra autoestima, nuestros puestos laborales, nuestros logros profesionales y hasta nuestra propia familia.
En el ámbito laboral la violencia es tal vez la más extorsiva, porque si denuncio pierdo el trabajo o en el mejor de los casos quedo freezada, y también porque no trasciende con una «foto» el estado mental en el que quedamos después de haber sufrido violencia laboral como mujeres. Esa foto la llevamos en nuestro interior, grabada a fuego y no se borra hasta el día que obtenemos Justicia.
En ese sentido hay que destacar que desde el año 2017 el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Córdoba cuenta con un Protocolo de Actuaciones para la tramitación de denuncias de Violencia Laboral: Oficina de Asesoramiento y Registro de Violencia Laboral.
En este punto quiero destacar que sería un acto de Justicia hacer públicos los Registro de Violencia Laboral para que queden expuestas las empresas y las personas que ejercen de forma sistemática violencia contra las mujeres, porque en los actos necesarios, pero infinitamente burocráticos de la Justicia y los organismos estatales, estas cosas se diluyen en el tiempo y los culpables quedan simbólicamente impunes, porque sus nombres no trascienden y en muchos casos siguen trabajando con lo cual las mujeres somos revictimizadas.
En el anexo de la Resolución 099 se establecen cuáles son los pautas que fija ese protocolo para denunciar hechos de violencia laboral y señala en los fundamentos que: “Hoy, el concepto de violencia laboral se entiende como: toda conducta activa u omisiva, ejercida en el ámbito laboral, destinado a provocar, directa o indirectamente, daño físico, psicológico o moral a un trabajador o trabajadora, sea como amenaza o acción consumada. La misma incluye violencia de género, acoso psicológico, moral y sexual en el trabajo, y puede provenir de niveles jerárquicos superiores, del mismo rango o inferiores. Puede presentarse tanto en sentido vertical (ascendente o descendente) como entre pares. Afecta la salud y el bienestar de las personas que trabajan y configura una violación a los derechos humanos y laborales”.
Muchas leyes no garantiza muchos derechos, lo que garantizan que nuestros derechos sean tutelados es la efectiva aplicación de esas leyes y ver a los culpables cumplir sus condenas, ya sea con prisión efectiva, pero también con una condena social, que se sientan expuestos y así lograríamos algo de alivio.
Podría hablar de cifras, estadísticas, informes y otros instrumentos que grafican la violencia contra la mujer. Pero me parece más útil y positivo pedir a las autoridades que en los lugares de trabajo tanto público como privados se exponga en forma gráfica qué se considera violencia, cuáles son las consecuencias y qué derecho tenemos para detener el accionar silencioso y abusivo de quienes sólo por tener una cuota de poder creen que pueden arrasar con nosotras.