Durante el proceso de fotosíntesis, las plantas absorben dióxido de carbono y otros gases para alimentarse, lo que ayuda a combatir el cambio climático. Sin embargo, Cuevas advirtió que el cambio climático también acelera este proceso, “lo que incrementa la polinosis y la concentración de alérgenos, promoviendo crisis de rinitis alérgica, que puede volverse insoportable para quienes la padecen”.
Tos persistente: el nuevo fenómeno que se sumó este año a la primavera
Con el inicio temprano de los días primaverales, en los primeros días de septiembre, aparecieron nuevos elementos que complicaron aún más la situación. A pesar de que las temperaturas comenzaron a subir con la llegada de la primavera, la transición de estación trajo consigo nuevos problemas respiratorios, principalmente ligados a las alergias estacionales.
En este sentido, el médico especialista en Alergia e Inmunología y presidente de la Fundación para el Estudio del Asma y otras Enfermedades Alérgicas (Fundaler), Pablo Moreno advirtió que “el aumento de las alergias respiratorias durante la primavera se debe principalmente al polen y los ácaros, que empeoran los síntomas de quienes padecen rinitis y asma”. La alta concentración de polen y otros alérgenos en el aire ha provocado un aumento significativo de casos de polinosis, con síntomas como estornudos, congestión nasal y tos persistente.
A esto se añade el impacto del cambio climático, un fenómeno que exacerba aún más los problemas respiratorios. “El calentamiento global, junto al efecto invernadero, produce un aumento de gases como el dióxido de carbono y el metano, lo que genera cambios en la temperatura e impacta en diversos fenómenos meteorológicos”, explicó en este punto la médica otorrinolaringóloga, alergista y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA), Stella Maris Cuevas (MN 81701). Para ella, las inundaciones, incendios, sequías, lluvias intensas, olas de calor y cambios bruscos de temperatura afectan la salud de las personas, empeorando cuadros preexistentes como las alergias.
Las alergias, que se originan en el sistema inmunitario, desencadenan respuestas adversas cuando éste confunde sustancias inofensivas como el polen o el polvo con agentes peligrosos. “Estas sustancias son responsables incluso de empeorar el estado de personas que ya tienen un diagnóstico de rinosinusitis crónica”, aclaró Cuevas, quien agregó que en algunos casos se complica con poliposis, una inflamación que agrava aún más los síntomas respiratorios.
Moreno señaló también que “las alergias respiratorias no tratadas, como la rinitis y el asma, empeoran los cuadros clínicos y dificultan la recuperación”. A medida que se intensifican los niveles de alérgenos en el aire, los pacientes con alergias no controladas experimentan un deterioro significativo de su estado de salud. Esta coincidencia entre el virus y las alergias estacionales genera un cuadro clínico complejo que requiere atención médica oportuna para evitar complicaciones graves.
“Muchísima polución, mucho viento que hace que circule tanto plátano, floración, polen, etcétera”, enumeró Pulido, para describir el panorama de la primavera en curso. Este incremento en la contaminación ambiental, asociado a factores naturales como la floración y los incendios en regiones cercanas, elevó la irritación de las vías respiratorias, particularmente en personas alérgicas. El polvo, el humo y los pólenes en el aire actuaron como detonantes de episodios de rinitis, congestión nasal, irritación ocular y, por supuesto, tos, lo que exacerbó los cuadros preexistentes en quienes ya venían afectados por los virus del invierno.
El problema es que estos irritantes no sólo afectan a los pacientes con alergias, sino que también empeoran las condiciones de quienes padecen enfermedades respiratorias de base. Las partículas en suspensión y los cambios bruscos de temperatura propician las exacerbaciones de enfermedades respiratorias, lo que ha generado que muchas personas permanezcan con síntomas como tos y mocos, e incluso que algunos casos se hayan vuelto crónicos.
¿Por qué dura tanto la tos?
La tos persistente después de una infección viral es común y puede deberse a la irritación de las vías respiratorias o a la inflamación de los bronquios. En la mayoría de los casos, desaparece por sí sola con el tiempo, pero si persiste o se acompaña de otros síntomas como fiebre, dificultad para respirar o pérdida de peso, es importante consultar al médico.
Según Pulido, “la tos y la mucosidad prolongadas no suelen ser indicativas de una patología grave, sí es importante consultar a un médico para recibir tratamiento que pueda aliviar estos síntomas. La medicación adecuada puede ayudar a reducir la inflamación de las vías respiratorias y acelerar el proceso de recuperación, evitando un malestar prolongado que puede afectar la calidad de vida de los pacientes.”
En ese sentido, desde la AAMR señalaron que el tiempo para recuperarse completamente de una infección respiratoria varía: los resfríos y la gripe suelen mejorar en aproximadamente una semana, la neumonía puede tardar entre una semana y 10 días en mejorar en personas sanas, aunque las personas mayores o con otras enfermedades pueden tardar más.
La tos después de una infección (tos postinfecciosa) puede durar hasta ocho semanas. Al respecto, Pulido destacó que “es importante prestar atención a algunos signos que podrían indicar que se necesita ver a un médico, como tos que dura más de ocho semanas, sibilancia, ronquidos fuertes, dificultad para respirar, fiebre, pérdida de peso, sudoración nocturna”.
La baja vacunación como principal causa del aumento de enfermedades respiratorias
El panorama general de enfermedades respiratorias no habría sido tan grave de haberse mantenido altos los niveles de vacunación, según los especialistas.
Según el último informe de Unicef y la OMS, las tasas de inmunización están en descenso desde 2019, antes de la pandemia de coronavirus. Desde 2020, estas coberturas continuaron disminuyendo, y en 2023, ninguna de las tasas de inmunización alcanzó el 90% de la población objetivo. Cabe destacar que los niveles de cobertura de la inmunización deberían estar por encima del 95%.
Ante esta situación, según advirtió en una nota previa con Infobae la doctora Daniela Hozbor, integrante de la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn) y científica del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular, dependiente del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata, “existe un mayor riesgo de brotes de enfermedades prevenibles por vacunación”.
“Argentina tiene uno de los mejores calendarios de vacunación del mundo, y esto hay que aprovecharlo”, resaltó Pulido. Sin embargo, la vacunación en los últimos años disminuyó, un hecho que resulta alarmante para los especialistas, sobre todo en tiempos donde los virus respiratorios se muestran más agresivos y persistentes.