Por Luisa Heredia

El Ballet Oficial de Córdoba se presentó los días 24, 25,26 y 27 de octubre con el segundo programa de esta temporada: Ecos de elegancia, un viaje clásico. La propuesta artística de la dirección de la compañía en manos de Patricia Baca Urquiza es bien clara: repertorio por el momento en un formato de suites de ballets y sumar otras obras con diferentes lenguajes.
Ecos de elegancia, un viaje clásico se compone de la suite del ballet Raymonda y Bastones Dorados, con coreografía de Leonardo Reale.
Entretenimientos Córdoba asistió a la función del día sábado 26 de octubre, con un marco de público que llenó el Libertador. La previa ya era auspiciosa, porque el teatro lleno, te transforma, tanto al público que se siente parte de una fiesta como a la compañía que disfruta de esa inmensa energía de los aplausos y más cuando se multiplican por cientos de cientos de manos.
El Ballet tiene su público fiel, pero el sábado hasta las 19.59 había gente en la boletería comprando las últimas entradas. A esa altura sólo quedaba paraíso.
En la primera parte se vio la suite de Raymonda que se llevó los primeros aplausos de la noche. Raymonda fue una excelente elección para la compañía, porque es bien clásica, pero con ese toque de carácter que tanto gusta al público. Es interesante que la compañía acceda a más repertorio clásico, aunque sea por el momento en este formato suite.
Para la segunda parte, Bastones Dorados, un traje hecho a la medida del Ballet Oficial. La coreografía es de Leonardo Reale y se estrenó en 2009 con el Ballet Metropolitano que en ese momento dirigía él. En Córdoba ya se había visto en 2016 y 2019, pero esta vez la reposición fue especial, muy especial porque Leonardo Reale está atravesando un cáncer que por supuesto como toda enfermedad le impuso un cambio de marcha a su vida. Y la compañía al tanto de esta situación, fue empática y solidaria.
Reale ex bailarín del Teatro Colón, viajó a Córdoba, montó la obra, trabajó junto a Patricia Baca Urquiza codo a codo para llevar al esplendor de lo que se vio el sábado.
Bastones Dorados celebró sus quince años aquí en Córdoba y lo hizo de una forma soñada. Todos estuvieron maravillosos, sin embargo no se haría justicia con Matías Mauro si no se lo destaca. Un showman, dueño de un carisma increíble, el bailarín que tuvo el protagónico de Bastones Dorados mostró que es un excelente profesional pero también dueño de la escena como  hace mucho tiempo no se veía entre los varones de la compañía oficial.
En el último saludo hizo una reverencia hacia el palco donde estaban sus cuatro hijos: tres mujeres y un varón, todos pequeños. Mauro está casado con la bailarina Mariela Raghessi que también estaba en el escenario del Libertador y que el domingo tiene su protagónico en Bastones.
El planteo de Bastones Dorados con música de Duke Ellington, Benny Goodman y W.Handy y las Estaciones de Vivaldi, es un viaje al Hollywood maravilloso de los años ‘30, cuando el mundo era una fiesta y los pasos de Fred Astaire, Ginger Rogers, Gene Kelly hacían soñar a generaciones. La felicidad paracía que tenía sonido de tap y jazz.
Reale buscó perfectamente los roles para cada bailarín que tiene su protagónico. Tuvo el ojo clínico para ver a quién le quedaba mejor tal o cual escena. Y fue mágico, en Bastones Dorados la compañía se soltó, bailó, brilló.
El final fue Sing, Sing, Sing de Benny Goodman, mágico es poco, fue grandioso. El público estalló en aplausos. Cinco bises hicieron los bailarines y sólo cuando bajó el telón aceptamos que nos habíamos despertado de un sueño dorado, como los bastones. Por dos horas todos pusimos las prisas de la vida en pausa y nos sentamos a disfrutar y vivir una noche maravillosa.
Para lo que queda del año, la dirección del Ballet de la mano de Patricia Baca Urquiza tiene un as en la manga para cerrar una temporada vibrante. Reale contó que volverá a Córdoba con más proyectos con el Ballet Oficial. Aquí lo esperamos vibrando con la pulsión de la vida.