El se manda y siempre sale bien parado. Con algo de buscavida y un talento para hacer reír que llega a la fibra íntima de la gente, Jorge “Carna” Crivelli sigue con sus locuras. A los 61 años y aunque no traspase la pantalla de TV diariamente, por la calle lo paran y continúan pidiéndole su clásico y recordado “Decime Carna… clín!”, que le dio popularidad en los ’90, en los programas de Marcelo Tinelli.
Cuenta: “Jugué al rugby hasta primera división. Cuando era chico había una necesidad de poner un sobrenombre y cuanto más malo fuera para meter miedo al otro era mejor. En el medio del partido me piden la pelota como ‘carnaza’, y después se cortó a ‘carna’. Yo hacía un personaje en Canal 7, y cuando pasé a Telefe para estar en VideoMatch, Claudio Villarruel -entonces, el productor del programa- me dijo de buscarle una vuelta. Le agregaron una sonrisa exagerada y el sonidito cada vez que se mencionaba mi nombre. Y eso explotó”.
Hoy, lejos de aquellos tiempos gloriosos de rating y masividad junto a Marcelo Tinelli, “Carna” es protagonistas de uno de los desafíos más difíciles y “locos” de toda su carrera: integra el elenco de Mamma Mia! (en el Auditorio de Belgrano, con funciones de miércoles a domingo).
Encabezada por Marisol Otero, quien está acompañada por Alejandro Paker, entre otros, esta nueva versión del aclamado musical está dirigida por Ricky Pashkus, con la producción integral de Miguel Pardo a través de “Pardo Producciones”.
Y ahora entenderemos por qué Jorge Crivelli se autodefina como un “soldado” siempre listo, esa característica que le brota de su interior cada vez que le proponen algo que, a priori, parece inimaginable.
Explica: “Lo de Mamma Mia! fue sorpresivo. Yo estaba haciendo temporada en Carlos Paz, con Sinvergüenzas. En la producción se había sumado Miguel Pardo, y en un momento me dijo que teníamos que laburar juntos. Al poco tiempo me llamó y me preguntó como me veía haciendo un musical. ‘Bien’, dije. Mi mujer estaba escuchando, no podía creer lo que le contesté. ¡De soldado que soy nomás! (Risas). Pardo siguió: ‘¿Y cómo te ves en Mamma Mia!’?’. Y yo le contesté: ‘Fantástico’. Me faltó decirle que había nacido para hacer eso (Más risas). Como verás, nunca arrugo”.
“Carna” está entusiasmado y agradecido por lo que llama “el hermoso desafío” de integrar el elenco de un musical por primera vez en su vida.

Dice: “Sentí que lo tenía que hacer. Me acordé lo contento que me había puesto cuando José María Listorti había protagonizado Matilda, el musical. Allí él cantó, bailó, actuó… Fue increíble. Lo llamé para felicitarlo. Y ahora me llegó el momento a mí”.
Cuando lo bocharon en una audición
“Carna” explica que no es cantante, pero aclara que tiene oído. Reconoce que cuando se incorporó a este proyecto sintió temor y enseguida aclaró que lo suyo era aportar su cuota de humor. “Les dije que no pretendieran que cante como Manuel Wirzt (Risas). ‘No, olvidate’, me dijeron y eso me tranquilizó”.
-¿En Mamma Mia! tenés muchos cambios de ropa?
-Sí, por lo menos seis. Y mirá lo que me pasó en la primera función: teníamos que salir corriendo para el saludo final. Entonces yo bajo, miro, y veo que los chicos y las chicas se estaban cambiando. Entonces pensé: “Hay que cambiarse”. Me fui volando a mi camarín. Pero no, resulta que tenía que saludar con la ropa que tenía puesta en ese momento. Mirá que me lo habían dicho, eh! Pero bueno, el soldado vio que los demás se estaban cambiando y viste cómo es (Risas). O sea que en la primera función de Mamma Mía!, no saludé (Más risas).

-¿Te gustan los musicales?
-No es un género que me haya atraído desde siempre. Fui a ver Chicago, Matilda, Drácula, Cyrano de Bergerac, pero nunca me imaginé integrando un elenco de una comedia musical. Es como que me preguntaras si me gustan los autos, te digo que sí. Pero de ahí a manejar un Fórmula 1, era inimaginable.
-¿Nunca te habían ofrecido algo similar?
-Sí, una vez, pero me bocharon…
-¡¿Por qué?!
-Ricky Pashkus me quiso en el musical Kinky Boots, porque me había visto trabajar con Martín Bossi en Mar del Plata. Fue muy gracioso lo que pasó. Me convocó para hacer una prueba y fui pensando que iba a ser algo actoral. Cuando llegué me preguntan si tenía preparada la canción. “¿Qué canción?”, pregunté (Risas). Era para saber cómo cantaba y me dicen que me la habían mandado por mail: un documento que nunca abrí.
-Un papelón…
-Sí… Entonces quisimos sobrellevar la situación y me pidieron que cante una canción que me gustara. Fue como cuando al humorista le piden que cuente un chiste y no se acuerda de nada, a pesar de que conoce dos millones. Bueno, en síntesis, esa audición fue un fracaso total. Me bocharon olímpicamente (Risas). Pero yo solito puse la cabeza, eh. Venía el tren y lo cabeceé (Más risas).

VideoMatch: una “escuela” que lo formó
Para “Carna”, VideoMatch fue “una escuela” y se enoja muchísimo cuando la gente minimiza el trabajo que hacía con el resto de los humoristas.
Explica: “Nosotros bailábamos, cantábamos, hacíamos humor, escribíamos, improvisábamos en vivo con Marcelo. Fuimos muy completos en un montón de cosas. Pablo Granados tiene una voz única, Flavio “Hijitus” Gastaldi es un gran músico… Las bailarinas que trabajaban con nosotros han sido nuestras coachs en diferentes musicales que hemos hecho, como Cantando bajo la lluvia, las parodias de los Backstreet Boys, Los tangueros, Los topus 4…”.
Y agrega: “Teníamos que tener una idea mínima de baile y canto. No servía que cantáramos desafinados. Leíamos Clarín a la mañana, y en base a eso escribíamos lo que iba a la noche. Y esas noticias eran cantadas”.
-¿Te deconstruiste a la hora de hacer humor?
-Me limito a no ofender a nadie y hablar solo en primera persona. Yo no puedo hacer humor de judíos, porque soy católico. Respeto mucho a los judíos, los adoro, pero no puedo darme el lujo de hacer un chiste de judíos. Pero sí puedo hacer humor de gordos, porque soy gordo.
-Sentís que tenés que ser más cuidadoso…
-Hoy por hoy hay muchos jueces que te miden con varas diferentes. Los que están en streaming pueden decir cualquier barbaridad y a ellos no les dicen nada. Después esa misma cofradía es la que sale con otra túnica, y empieza a juzgar por ejemplo a Olmedo, a quien ni conocieron, o lo que hacíamos en Videomatch…

-Todavía te molesta…
-Sí, mucho. Pensá que a nosotros la gente nos agradecía por la calle, porque estaban pasando un momento malo de su vida, de salud o económico. Nos decían que el bálsamo éramos nosotros. Y por eso nunca me banqué que nos dijeran que lo que hacíamos eran boludeces. Ha venido alguno a bardearme y yo le preguntaba a qué se dedicaba. “Exportador de soja”, me decía, Y yo: “¿Así que vos hacés esa pelotudéz?” (Risas). Todos nos minimizaban y yo empecé a minimizar también al que no valoraba nuestro trabajo.
-Casi ya no se hace humor en TV.
-Lo último fue lo de Francella (Guillermo), Peligro Sin Codificar, Polémica en el bar, y es un lujo que no nos podemos dar. Porque todo lo que pasa en el país va a seguir sucediendo. Es una angustia constante. Te levantás a la mañana y ponés la televisión, fijate los temas que se tratan. Después ponela a las once y media de la noche y fijate: los mismos temas. Sumado a lo que te está pasando a vos en tu vida. Que nos vayamos a dormir así, cuando toda la vida nos fuimos a la cama después de tener una cuota de humor, es tremendo…
-Había programas antológicos y todos exitosos…
–Tato Bores estaba los domingos a la noche, que dicen es el día más depresivo de la semana. Olmedo (Alberto), Porcel (Jorge), Calabró (Juan Carlos), Minguito (Juan Carlos Altavista), Sapag (Mario), Balá (Carlos), Pepe Biondi, los uruguayos de Híperhumor. Todas los días se peleaban entre ellos para ver quién hacía más rating en un programa de humor. Hoy se mide por los escándalos políticos y faranduleros.

En medio de la entrevista, le suena el celular, pide disculpa y atiende. Es su mujer, Claudia Ares, con quien tiene un hijo (Mateo, de 16 años) y comparte un emprendimiento (venden bebidas nutraceúticas). “Sí amor. Sí. Holaaa, estoy haciendo la nota con Clarín. Pero… porque estoy haciendo la entrevista en este momento. Bueno, mi amor, bueno, sí”.
Jorge Crivelli vuelve a disculparse y retoma la entrevista. Admite que es la primera vez que lo llama su esposa para cagarlo a pedos en medio de una nota y se ríe.
Comenta que una vez también se animó a hacer drama, en una película dirigida por Alejandro Fiore. “Interpreté a un tipo que apretaba a alguien que debía plata”, recuerda.
Agrega que en su lucha contra la adicción a la comida nunca debe bajar los brazos. Cuando estaba en el programa de Tinelli llegó a pesar 115 kilos. También aprendió a convivir con la dislexia (la cual también padece su hijo). “No llego a concentrarme al leer, porque se me mueve todo. El disléxico se va dos o tres renglones para arriba o abajo. Tengo que leer guiándome con una regla”, admite.
Y se da el lujo de ser resiliente con lo que le sucede. “Algunos disléxicos famosos son Steven Spielberg, Albert Einstein… Y hasta Tom Cruise, que en las películas se tira desde los edificios sin doble de riesgo. Y bueno, yo también hice algo parecido: me mandé a hacer comedia musical. Canto y bailo sin doble y a la gente le encanta” (Risas).