Su aquí y ahora es un caos momentáneo. Pero no de esos que Florencia Peña, protagonista del musical Pretty Woman en su versión porteña junto al músico Juan Ingaramo, con dirección de Ricky Pashkus y estreno el 28 de mayo en el teatro Astral, no haya experimentado con anterioridad.
“Es un momento donde está todo a punto de nacer, y decís: cómo vamos a compatibilizar los ensayos de dos meses en una sala, con las luces, los 30 micrófonos inalámbricos sonando al mismo tiempo, coros y subidas y bajadas de los trastos”, dice la actriz, camino al único espacio libre de utilería para circular en el Astral, su nuevo camarín.
“Es una maquinaria compleja, a la altura de Sweet Charity. Tan grande que, a una semana estrenar, todavía están llegando cosas de los Estados Unidos”, advierte también como productora artística de la obra de Pardo Producciones, aunque “hace mucho que no soy solamente actriz”.
Con ojos “en todos lados”, aunque ahora mismo en lo que le devuelve el espejo, Peña despide el castaño. Y en esa transición en tiempo récord, para recrear a la inolvidable Vivian Ward (personaje que llevó Julia Roberts al cine en 1990) “con sólo un mes de descanso, porque nunca hice un musical pegado a otro”, el reflejo le devuelve un vibrante colorado.
“Me lo hice ayer. Todavía me estoy hallando, pero me divierte camuflarme. Fue un año agotador. Terminé en Mar del Plata y al otro día me subí a un avión con mi familia. Volví vaciada. De agua de mar y de convivir con los míos”, dice ya sin huella alguna de su reciente Donna (Mamma mía!) y camino a otra “mujer bonita”.
Una igual de icónica que sus antecesoras (su Sally Bowles de Cabaret le valió un premio ACE) y elevando la vara por elección. “¡Siempre terraza! Soy una entusiasta. En un momento de la obra lo digo: terraza, terraza. El humor atraviesa mi vida entera. Y mi éxito es saber que cada vez que subo al escenario hay gente que me elige”.

De Hollywood a Mar del Plata
-¿Tu éxito no es tu nombre en la estrellita del Paseo de La Fama de Hollywood?
-Ni en pedo. Ya la tengo en Mar del Plata, con eso soy feliz. Cuando grabamos la promo en Los Ángeles, era la vergüenza de estar disfrazada de Vivian y que los autos pararan a filmarme. “Eh, pretty”, me gritaban. Además en las casas de disfraz te alquilan el de Vivian, que está muy presente, entonces era la loca que está disfrazada para la fiesta de 50. Ya no fiesta de 15, jaja.
-Sos la primera en hacer humor con la edad del personaje y las distancias con Julia Roberts. ¿Te anticipaste al rebote?
-Yo siempre me anticipo. Primero me río de mí, así se ríen tranquilos que ya lo hice. Cuando decido hacer esta obra, que vi en Madrid, no pensé en la edad, porque el teatro es fantasía. Y con 50 para 51, estoy a la par de veinteañeros y treintañeros en el escenario. Jamás, viéndome, vas a decir: qué grande esta señora.
También está instalado que sólo el hombre grande puede enamorarse de una jovencita. Y suponete que estuviéramos contando la historia de una mujer bonita, que para mí no es por linda sino lo que irradia e inspira, con un hombre más joven y ella más grande, no nos entra en la cabeza.

-La temática en la película de 1990 también tuvo rechazo por considerarse denigrante para la mujer que la protagonista ejerza la prostitución. ¿Tuviste injerencia en que fuera una adaptación feminista?
-Claro que tuve injerencia. La película no tiene esa mirada, porque hace 75 años no se hablaba de la prostitución como se habla ahora y no se entiende como ahora. Hoy no se podría hacer esa película. Que uno la ve inocente y ni siquiera te molesta cómo se romantiza porque cuenta otra cosa.
Hoy hablamos de una perdedora, que no sabe quién es, qué hacer con su vida y conoce un hombre que la inspira. Y cuando canto, cuento lo mal que me siento, por qué quiero salir de ahí. Así la estamos contando. No es la mujer que encuentra al millonario y entonces es feliz. Ese cuento ya no va más.
-Hoy “mujer bonita” es la que no tiene conflicto con la edad, el cuerpo y predica el amor propio. ¿Te lo cuestionás también?
-Sí, yo estoy en crisis con mi edad. Envejecer cuesta y el mundo se puso en un lugar muy hostil para envejecer hoy. También el feminisimo, que yo soy feminista, nos trajo esto de: lo tenes que aceptar. Y no, pará. Lo voy a abrazar, pero expresarlo no está mal. Cuando era jovencita, el mundo era de los grandes y yo aspiraba a ser Selva Alemán, Bárbara Mujica, Alicia Bruzzo. Cuando fui cuarentona, el mundo fue de los jóvenes. Y el comentario es: “Señora vaya a su casa, ¿por qué muestra las tetas?”. Yo me cago en los estereotipos, uso el pelo como quiero. También recibo amor por lo que inspiro como mamá. “Quisiera tener una como vos”, dicen por la relación con mi hijo Juan.

Los tuyos, los míos y los nuestros
«Con Mariano (Otero, su ex marido y padre de sus hijos Tomás y Juan) somos los tuyos, los míos y los nuestros. Yo con su mujer, hijos, y él con mi marido (Ramiro Ponce de León) y los míos. Hace poco nos juntamos todos a comer asado. Cuando Juan hizo presentación oficial de su novio y Toto de su novia. Somos un grupo que nos dedicamos al arte, mi ex es músico», cuenta Florencia.
-Además le produce los discos a Juan Ingaramo, tu co-protagonista.
-Mariano fue uno de los que cuando pensamos en Juan, me dijo: «Ni lo dudes, “el negro” es lo más». Me gusta que venga de otro palo y su voz aporta algo fresco. Además es músico, una raza muy especial. Yo conviví con uno 11 años y se parecen bastante. Hay algo de la matemática que los rige, el Re es el Re, no es la nota de al lado. Y si bien yo soy intuitiva y no tan cerebral, trabajo por la excelencia o no trabajo.
Pero medirse el traje de Vivian, una prostituta de Hollywood Boulevard que tuvo sus detractores por representar esa actividad, no es el único frente al que la intérprete le pone el cuerpo.
“Y se lo voy a seguir poniendo. Yo no me escondo y cuando pasa algo salgo a hablar. Sea algo íntimo que se me filtró o que me están operando desde afuera. Cuando tuve esta denuncia totalmente fuera de lugar y desubicada (se refiere a la de Viviana Canosa, por una supuesta red de pedofilia) la gente lo percibió y nunca me sentí tan querida. Pero siempre tengo que poner un freno y no sabes qué bien se siente saber que yo tengo la verdad”, aclara con un temperamento a prueba de balas.

Contrataque en grupo y libertades individuales
“Nos debemos el debate de cuál es el límite. ¿Se puede decir todo? ¿Podemos inventar sin consecuencias? En otros países si haces una falsa denuncia, en temas tan sensibles, vas preso. Lo increíble es que fuimos denunciado el grupo de amigos (La Negra Elizabeth Vernaci, Damián Betular, Humberto Tortonese y Lizy Tagliani), con lo cual estamos todos online con eso y cuando esto se caiga, viendo cuál va a ser el contrataque, porque no nos vamos a comer esta galletita. No es gratis. Lo único de lo que se me puede acusar es de ser como soy. Cómo yo vivo mis relaciones amorosas, cómo soy mamá o actriz es problema mío. A cierta parte de la sociedad le molesta mi libertad y la de mis hijos. Es mi legado para ellos. Pero no desde un lugar abstracto”.
-¿Puertas adentro también?
-Claro, lo practicamos. Somos libres en nuestras individualidades y jamás les he prohibido nada o castigado. La premisa es: «Yo no sé lo que es bueno para mí, mirá si voy a saber lo que es bueno para vos». Pero así como hay muchos trolls o gente que me hace campaña en redes, el que me quiere, no me tiene un cariño liviano.
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Adelanto de «Pretty Woman»
-Sos una actriz que conduce, pero no todavía en el streaming. ¿Hubo un proyecto con Marley en puerta?
-Hubo un proyecto, pero no sé si quiero meterme en algo todos los días. Soy muy visceral para elegir. Lo del Cantando… (América) me divirtió, pero para hacerlo con Juan.
-¿El bajo rating que tuvo te generó algún costo?
-No me genera ningún costo el rating. Primero que hoy es una mentira, porque todo se viraliza. Con lo cual Juan se hizo híper famoso con el Cantando… haciendo 2 puntos. Él es terraza, azotea y penthouse, jaja.
-La continuación de “Casados con Hijos”, para Netflix, siempre está en el aire, como la película de “Los Simuladores”. ¿Se pudo destrabar con Luisana Lopilato filmando en el país?
-No se destrabó. Problemas de agenda y otros factores. Creo que fue un milagro el Gran Rex y sería un milagro poder hacer Netflix. No lo descarto, a todos nos divierte entrar y salir un rato. Por ahí algún día se dé. Yo tengo una búsqueda mucho más grande que Moni, que es parte de la idiosincrasia del país, como los Argento. Con Guille hemos demostrado que no fuimos esos personajes y nos podríamos haber quedado ahí, como los de “El Chavo”. Obviamente, la tengo muy consciente para no repetirla.

Más odio que amor
Con los días contados para dar sala con Pretty Woman y más de un flashback en el Astral, “donde hice Grease a los 20 y Alicia Maravilla con Muscari”, la ex jurado de Got Talent, analiza una tele “más plagada de contenidos de odio que de amor”.
“Tampoco hay tanto en plataformas, habrá tres ficciones argentinas y ahora que estoy en la saga de Temptation Island, que supongo habrá segunda y tercera, no deja de ser un programa de conducción. Yo vengo de una tele de 45 puntos, 15 ficciones en un canal”.
Y sin subirse al versus mediático entre Darín y Julio Chávez, desliza: “Hay una necesidad de encontrar grieta en todo y no me prendo. No laburé con ellos, pero los conozco y me parece que la valoración de los actores pasa por lo que tienen para dar, y el legado cultural de ambos es enorme. Yo amaba a Maradona y las cuestiones personales no me interesan. Esto es lo mismo. Hay una necesidad de enfrentamiento constante y es el negocio hoy.

-¿Antes un sólo proyecto te daba otra espalda económica?
-Ahora estamos remando y a veces te alcanza con un laburo y, a veces, no. Argentina es uno de los países más caros del mundo en este momento. Yo tengo una templanza y formación de remo que ni una pandemia ni un momento malo de la Argentina va a poder conmigo, porque los he atravesado todos. No necesito de nadie, me necesito a mí. Fuerte, con salud, porque tengo una profesión que si no le pones el cuerpo, no cobrás. Es hobby, con lo que me da de comer, todo mezclado.
-Algunos actores le dan todavía más valor al cine argentino cuando filman afuera. ¿Te pasa con teatro cuando viajás y ves adaptaciones acá? ¿Sentís que los que más nos criticamos somos nosotros?
-El argentino es muy de creer que somos todos una mierda y todo está mal. Y tenemos como cualquier sociedad cosas maravillosas y cosas que no están buenas. A nivel artístico estamos muy arriba. Tuve la suerte de viajar, ver teatro y hacer mucha remake. Y desde los americanos que me han venido a dirigir, todos destacaron nuestro valor. Solamente es una cuestión geográfica la nuestra. Con mis amigos colegas siempre jodemos con quiénes seríamos en otra parte del mundo.
-¿Quién serías vos?
-Podría ser una Julia Roberts o una Jennifer Aniston. Y no tiene que ver con capacidad de talento, sino con una industria muy pequeña que no sale tanto afuera. El cine es nuestro portavoz y los actores con fama mundial son contados con los dedos. Pero yo no la busco.